lunes, 24 de marzo de 2014

LA SEGUNDA LÍNEA DE COMBATE ACADÉMICO: LOS PROFESORES ADJUNTOS DEL INSTITUTO (1958-1959)




La Ley de 26 de febrero de 1953 sobre ordenación de enseñanza media reconoció en su artículo 43 la figura del profesor adjunto como integrante del profesorado oficial, junto a los catedráticos numerarios, los profesores especiales (lenguas modernas, enseñanzas artísticas, trabajos manuales, Formación del espíritu nacional, Educación física, Enseñanza del hogar) y los profesores ayudantes auxiliares de la enseñanza práctica. Las funciones de estos profesores adjuntos se recogían en el artículo 46 que decía: “tendrán por misión coadyugar a la labor de los catedráticos numerarios, sustituirlos en los desdoblamientos de clases, en las ausencias y en las vacantes”. La denominación no era nueva, pero adquiría esta figura docente un nuevo estatus jurídico. En realidad ya en un decreto de 1939 que desarrollaba la base XIII de la Ley de 20 de septiembre de 1938 de reforma de la enseñanza media contempló al profesor auxiliar adjunto y en un nuevo decreto, éste de 1942, la figura quedó reducida a la de profesor adjunto “cuya misión, aparte de las suplencias, sería colaborar asiduamente, bajo la dirección del catedrático respectivo, en las tareas de cátedra”. Este proceso cuncluyó el 1 de enero de 1958 cuando se cerró con carácter definitivo el escalafón nacional de profesores adjuntos de institutos y por decreto 21 de marzo de 1958 se constituyó el Cuerpo de Profesores Adjuntos Numerarios de Institutos Nacionales de Enseñanza Media.

En el Instituto femenino Vicente Espinel quedó integrado el siguiente profesorado: Manuel Bonachera Arias (n. 1900) en Matemáticas, Amalia de Miguel y Miguel (n. 1911) en Italiano, José Ruiz Fernández (n. 1916) en Filosofía, Valentín Aldeanueva Salguero (1914-2000) en Matemáticas, Antonio García de Sola (n. 1891) en Matemáticas, María Concepción Serriere Cruz-Ulloa (n. 1897) en Francés, María Victoria Ocón Rodríguez (n. 1902) en Alemán y María Teresa Huelin Vallejo (n. 1912) en Inglés. Todos tomaron posesión de sus plazas el día 4 de octubre de 1958. Don Valentín Aldeanueva cesó el 30 de septiembre al pasar por traslado al instituto masculino e impartió ya ese año el curso monográfico de matemáticas al Preuniversitario.

En el caso del Instituto masculino Nuestra Señora de la Victoria a algunos de los profesores que se integraron se les reconoció una gran antigüedad, tales como Fernando Casal Soto, Adolfo de la Torre Bonifaz y Esteban Cebrián Sáenz; otros desde los años 40 María Godoy Rosado y Emilio Jiménez Souvirón. A Francisco Báguena Novella, Juan Cutillas Fuentes y Francisco de Asís Fortuny Ramos se le reconoció una antigüedad de fecha posterior a la proclamación de la ley.

Fernando Casal Soto nació el 30 de enero de 1889 en Jerez de la Frontera (Cádiz). Ya en 1915 intentó opositar a cátedra de francés del instituto de Soria. Como profesor adjunto de instituto (Francés) se le reconoció una antigüedad al 30 de noviembre de 1921. En 1930 está en Jerez de la Frontera, sigue el 31 de agosto de 1937 (presencia la incautación de libros) Pertenece al batallón Miliciano de Jerez (derecha). En marzo de 1963 hay constancia de haber ya fallecido
Adolfo de la Torre Bonifaz nació en Málaga el 11 de diciembre de 1894. Licenciado en Medicina. Médico de profesión que formó parte de la Junta directiva Colegio de Médicos en 1920 y 1921. En la calle Bolsa 8 tenía un establecimeinto dedicado a la gimnasia, masajes, esgrima y duchas (constatado entre 1925-1930). Como profesor adjunto de instituto (Educación Física) se le reconoció una antigüedad al 27 de marzo de 1935. Falleció en junio de 1964
Esteban Cebrián Sáenz nació en Málaga el 7 de mayo de 1899. Licenciado en Filosofía y Letras. Auxiliar numerario en 1939. Como profesor adjunto de instituto (Filosofía) se le reconoció una antigüedad al 1 de octubre de 1934. Por Orden 4 de mayo de 1939 fue confirmado en su cargo tras el expediente de depuración política. Archivero-Bibliotecario de la Diputación Provincial de Málaga. Por Orden 12 de abril de 1956 fue nombrado vocal del patronato coordinador de Bibliotecas de Málaga. Murió en Málaga el 27 de febrero de 1989
María Godoy Rosado nació en Málaga el 10 de mayo de 1900. Licenciada en Ciencias (Sección Químicas). Como profesora adjunta de instituto (Física y Química) se le reconoció una antigüedad al 21 de enero de 1942. Falleció en Málaga el 20 de octubre de 1986
Valentín Aldeanueva Salguero nació en Torija (Guadalajara) el 14 de febrero de 1914. Fue nombrado profesor adjunto de matemáticas del instituto femenino de Málaga en enero de 1945 y un año después también obtuvo la cátedra de Álgebra en la Escuela de Peritos Industriales. En ella ocupó los cargos de secretario, interventor y subdirector en1964. En 1958 quedó integrado en el Cuerpo de Profesores Adjuntos Numerarios de Institutos Nacionales de Enseñanza Media con destino en el Instituto Vicente Espinel, pasando por traslado en octubre de ese mismo año al instituto masculino. Como profesor adjunto de instituto (Matemáticas) se le reconoció una antigüedad al 31 de enero de 1945. En 1960 obtuvo una plaza de profesor adjunto en la Escuela de Maestría Industrial. En 1979 quedó integrado en el Cuerpo de catedráticos de Escuelas Universitarias, pero hubo de abandonar, por incompatibilidad, sus restantes puestos docentes. Falleció en Málaga el 6 de mayo de 2000.
Emilio Jiménez Souvirón nació en Málaga el 2 de julio 1889. En el instituto ocupó cargos docentes (ayudante numerario de idiomas) y administrativos (jefe de negociado de 2ª clase) ya en la década de los años 30. En agosto de 1936 el gobierno de Valencia lo separó de su cargo, pero pasó a formar parte nuevamente del equipo directivo como secretario desde 1939 y propuesto de forma casi continua hasta su jubilación. Como profesor adjunto de instituto (Francés) se le reconoció una antigüedad al 14 de mayo de 1946. Murió en Málaga el 15 de febrero de 1960
Francisco Báguena Novella nació en Teruel el 29 de marzo de 1904. Licenciado en Filosofía y Letras (Sección Historia) (1929-1931) En 1931 (está vacante Málaga en junio, en noviembre ocupada) ya pertenecia al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos con destino en el Archivo de la Delegación de Hacienda de Málaga. Profesor en la Academia “El Doctor Angélico” en los años 40. En 1955 se le nombró Director de la Biblioteca Pública de Málaga y de la Casa de la Cultura y por Orden 12 de abril de 1956 fue nombrado secretario del patronato coordinador de Bibliotecas de Málaga. Como profesor adjunto de instituto (Latín) se le reconoció una antigüedad al 25 de septiembre de 1953. Fallece en Málaga el 26 de agosto de 1986
Juan Cutillas Fuentes nació en Arjona (Jaén) el 9 de julio de 1900. Licenciado en Ciencias (Sección Ciencias Exactas). Enseñó Ciencias naturales en el Instituto de Cuevas de Almanzora (Almería) en 1932. Como profesor adjunto de instituto (Matemáticas) se le reconoció una antigüedad al 6 de diciembre de 1955 con destino provisional en Instituto de Málaga. Destino definitivo lo octuvo en el Instituto de Córdoba en 1962
Francisco de Asís Fortuny Ramos nació 21 de diciembre de 1891. Alcanzó el grado de Profesor Mercantil en Barcelona en 1911 con sobresaliente y premio extraordinario y el de Contador Mercantil en 1912. En 1920 ya era catedrático de Inglés en la Escuela Superior de Comercio de Málaga. En 1956 obtuvo por oposición una plaza de profesor de la Escuela de Peritos Industriales. Como profesor adjunto de instituto (Inglés) se le reconoció una antigüedad al 6 de diciembre de 1955. Su fallecimiento debió producierse entre el 24 de marzo de 1973 y el 28 de junio de 1981

domingo, 16 de marzo de 2014

EL TOSCO

Dicen, que con los años, cada vez precisamos dormir menos. Yo creo que es porque uno se va convirtiendo en más crítico de si mismo. Primero, recuerdas lo que querías hacer y no hiciste, y eso te impide conciliar el sueño. Luego, analizas aquello que hiciste y no debías haber hecho y eso no te deja dormir.

La historia que hoy cuento - y en la que mi intervención, no me hace sentir demasiado satisfecho - es la de Don Ángel. Era catedrático de geografía en el instituto Gaona de Málaga, y aunque su nombre de pila es el que acabo de expresar, todos los alumnos, no importa de que curso, le conocían como “El tosco”.

Este alias, que aprendías a los pocos días de entrar de “pipiolos”- como eran llamados despectivamente los alumnos de primer año - pasaba generación tras generación de estudiantes, pronunciándose a veces en su presencia y, desde luego, en cuanto volvía la espalda. Esto era así, ya que Don Ángel estaba más sordo que una tapia y si no miraba fijamente a la cara de su interlocutor, no sabía, a ciencia cierta, que es lo que este, estaba diciendo.

Viudo desde hacía años, vivía con su hija - también profesora - que cuidaba de él, y que incluso en público, le hacía objeto de frecuentes regañinas, por su poco cuidado aspecto, en donde su camisa arrugada, alguna mancha en la chaqueta y los bolsillos repletos de toda clase de papeles, eran las características de Don Ángel.

Contaban que tras la guerra civil, había sido “depurado” por sus ideas democráticas, y esto - aún sin habérsele achacado nada delictivo - le llevó aparejado la postergación en muchos puestos en su escalafón de funcionario y un destino de castigo, en una isla del archipiélago canario, hasta que a principios de los años cincuenta, perdonados por el ministerio - aunque no olvidados - sus pecados liberales, pudo regresar nuevamente a la península, obteniendo plaza en la ciudad andaluza.

El tosco”, a partir de entonces, aprendió a hablar sin decir nada, y sus más atrevidas frases en política - cuando en su asignatura había de referirse al sistema – eran aludir a él como “el régimen nacional sindicalista, analítico sintético”, diciendo las dos últimas palabras con un hilo de voz y mirando la puerta siempre lo hacia, no fuese que alguien escuchase fuera.
Y conste, que su agudeza era mucha, aún recuerdo una de las frases que más me hicieron pensar y que con el tiempo me convencieron de lo lúcido de su pensamiento. “Las cuatro grandes potencias – afirmaba refiriéndose al reparto de poder tras la guerra mundial – son tres, Estados Unidos y Rusia."

Su apodo se debía - además de a su aspecto - a lo brusco y desabrido de sus maneras, en gran parte motivadas por el defecto físico de su sordera que le hacía desconfiar de todo el mundo, y la verdad es que - al menos por lo que concernía a los alumnos - no le faltaba razón.


Una de las bromas con las que solíamos reírnos del pobre hombre, era la petición de salida de clase. Consistía el asunto, en que uno de los escolares se dirigía a él y, sin mirarle directamente a la cara y haciendo gestos exagerados de no poder aguantar las ganas de orinar, le decía en voz queda: Don Ángel, ¿me da usted permiso para ir a cagarme en su padre...?

El profesor, guiado más por lo que veía que por su oído, e interpretando la petición por los gestos, respondía complaciente - Si hijo, ve, pero no tardes demasiado. La carcajada era general y aunque intuía que algo había sucedido, la angelical cara del alumno que tenía delante, le dejaba sin argumentos.

No obstante, incluso en aquellos años las ciencias adelantaban que era una barbaridad, y un buen día apareció nuestro hombre en clase, con un moderno audífono.

El aparato, último grito en la época, era un armatoste del tamaño de una caja de puros, que llevaba Don Angel colgado del cuello y del que salía un indiscreto cable negro acabado en un auricular tipo teléfono, que se prendía - a su vez - a unos de sus pabellones auditivos.

- ¡Tecnología alemana...! - gustaba decir su dueño mientras lo palpaba orgulloso. No obstante, debía ser tecnología de primera generación, porque era raro el día, que en uno u otro momento no se estropeaba. Pese a todo y por si las moscas, la “bromita” del permiso para salir a orinar, dejó - por elemental prudencia - de gastarse.

Pero ¿que no serán capaces de urdir treinta diablos de catorce años? Al poco, el pobre Don Ángel sufría de una nueva modalidad de broma.

Con la clase en silencio, uno de nosotros - previamente designado por sorteo - se dirigía al profesor, que preguntaba, con su tradicional hosquedad, que deseaba.

El alumno, comenzaba entonces a mover los labios como si hablase, aunque en realidad no decía nada. Don Ángel, achacando el no oír a un defecto del aparato, empezaba a trastear este, y a subir el volumen. Cuando el mando de audición estaba al máximo, el escolar, con toda la fuerza de sus pulmones expresaba su petición, dejando - y ahora por exceso - a Don Ángel, sordo del bocinazo. La carcajada era de antología, y para colmo, aún había de aceptar las disculpas que el alumno - en tono compungido le ofrecía - achacándose todo, a un fallo del audífono.

Y así, fueron pasando los años, y entre bromas y sustos - los días en que nos descubría - llegó el momento de su jubilación. El instituto le ofreció una placa y le brindó un homenaje en el que no faltaron los discursos. Entre otros el del profesor de Formación Política, que se las daba de orador, y que prodigó frases como, “servidor de la patria”, “deber cumplido”, “español insigne” y otras de idéntica factura…Don Ángel - mi entrañable “tosco”- asistió al acto en silencio, y sin enterarse absolutamente de nada, porque aquel día - sospecho que intencionadamente - había olvidado en casa su sonotone.