sábado, 10 de diciembre de 2016

EL "GAONA" DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA: UNA EXPERIENCIA FAMILIAR

Los apellidos Pogonoski, García Rodeja, Muñoz-Cobo, Blanco o Ramudo me eran muy familiares porque mi madre los mencionaba con frecuencia en aquellos lejanos años de mi infancia. Ella los conocía porque formaron parte del claustro de profesores del Instituto General y Técnico de la calle Gaona 1 (en algunos periodos calle Moreno Rey 1 en honor del que fuera catedrático de matemáticas don Santiago Moreno Rey en el tránsito de los siglos XIX y XX)
Cuando mi madre comenzó sus estudios de bachillerato en el instituto el director era, desde 1918, don Luis Muñoz-Cobo Arredondo y se completaba el equipo directivo con don Julio Fernández Ramudo como vice-director, don Alfonso Pogonoski Martín como secretario y don Eduardo García Rodeja como vice-secretario. Con el advenimiento de la República (Orden 30 de abril de 1931), fue sustituido respectivamente por el siguiente: José María Martínez Jiménez, José Luis Bañares Zarzosa, José Jiménez Osuna y Francisco García González. Tomaron posesión de sus cargos el 11 de junio de 1931.
Es necesario destacar la inexistencia, o cuanto menos la escasa presencia femenina, en el profesorado. Desde 1904 la enseñanza de la caligrafía estuvo encomendada al profesor especial don Francisco García González, que también fue profesor auxiliar de esta disciplina en la Escuela Normal de Magisterio. Hubo que esperar hasta 1926 para que contara con Josefa Viso Guerrero como profesora suplente de esta asignatura. En el curso 1932-1933 fue nombrada María del Carmen Fernández Cortés como ayudante interina de Mecanografía y taquigrafía, que el curso anterior había sido auxiliar supernumerario en la Escuela de Comercio de San Sebastián. El profesor especial de esta materia en el Instituto de Málaga fue don Rufino Jiménez Guerrero. 
Mi madre recibió la enseñanza primaria en el colegio de las Esclavas y en el curso 1928-1929 inició el bachillerato en el colegio San Fernando por el plan Callejo de 1926. Allí recibió una excelente enseñanza de la asignatura Historia Natural por parte del médico y ornitólogo don Eduardo Cobos Ordóñez. Este colegio fue fundado en 1840 y sus propietarios eran los Fernández del Villar, la familia materna de su padre, dirigiéndolo por aquellos años Manuel Fernández del Villar Arjona, y estaba situado en la calle Madre de Dios 10. Este plan de estudios estuvo vigente durante cinco años hasta que en 1931 se restauró el plan de 1903, que nació con una voluntad transitoria pero que se prolongó hasta 1934 dando lugar a una situación algo caótica que debía ser resuelta por los directores del cada centro como se contemplaba en el propio plan.
La coexistencia de dos planes de estudio con estructuras tan diferentes la tuvieron que padecer profesores y alumnos. El de 1926 con dos fases (bachillerato elemental los tres primeros cursos) y bachillerato universitario (con un curso cuarto común y los dos restantes divididos en ciencias y letras) con sus correspondientes dos exámenes de conjunto o por grupo de asignaturas. El plan de adaptación era complejo y estaba lleno de sugerencias a los profesores. Me referiré a una solamente: iba dirigida a los profesores de Latín, Preceptiva Literaria e Historia General de la Literatura advirtiéndoles “que los alumnos que el próximo curso van a matricularse en los años tercero, cuarto y quinto, no han estudiado Lengua castellana” y exhortándoles a que desde sus respectivas asignaturas trataran de suplir esta carencia. Bien es verdad que en planes anteriores esta materia estaba subsumida dentro de aquellas. Por ejemplificar con problemas concretos: la asignatura Fisiología e Higiene el plan 1931 se contemplaba en el 5º curso y mi madre ya la había estudiado en 3º del Plan 1926 o tener que examinarse con Pogonoski de una Lengua castellana para cumplir con la recomendación ya aludida.
Consecuencia de todo lo dicho mi madre tuvo que matricularse de asignaturas tanto de cuarto como de quinto en el curso 1932-1933. Al tratarse de una enseñanza colegiada (reconocida pero no oficial) la matrícula efectuada fue libre y se examinó, como en los cursos anteriores, ante tribunales examinadores del que formaban parte los catedráticos de la asignatura: don José Jiménez Osuna en Álgebra y Trigonometría (Sobresaliente), don José Luis Bañares en Historia Universal (Aprobado), don Alfonso Pogonoski en Preceptiva Literaria y Composición (Aprobado) y Lengua Castellana (Sobresaliente), don Feliciano González Ruiz en Psicología y Lógica (Sobresaliente), don Félix González Martínez en Dibujo 1º (Aprobado), don José María Martínez Jiménez en Latín 2º (Aprobado) y don Eduardo García Rodeja en Física (Aprobado en la convocatoria de septiembre). Terminó el bachillerato superior con matrícula oficial cursando el sexto año en 1933-1934 en el que recibió las enseñanzas de don Feliciano González (Ética y rudimentos de Derecho), don Santiago Blanco Puente (Agricultura y Técnica Agrícola e Industrial), don Eduardo García Rodeja (Química General) y don Luis Muñoz-Cobo (Historia Natural). Como no podía ser de otro modo las peores calificaciones las obtuvo con García Rodeja en física de quinto y química de sexto en los que le “devolvió la papeleta”, eufemística fórmula para designar los suspensos. Como consecuencia de este último suspenso en la convocatoria de septiembre, decidió repetir este examen en febrero en el Instituto de Ronda y superada la asignatura se le expedido el título el 11 de abril de 1935.
En aquellos años se incremento considerablemente el número de alumnos que cursaron con matrícula oficial: si en 1930-1931 fueron 156 (33 mujeres), en 1931-1932 se incrementó hasta los 378 y en 1932-1933 se alcanzaron los 566. Entre otros fueron condiscípulos de mi madre: Eduardo Magno García (Médico), Juan de Pablo Maravillas (Médico), Antonio Padilla Villalobos (Médico), Diego Narbona Márquez (Médico), Enrique Llovet Sánchez (Diplomático y dramaturgo, vecino de calle San Agustín 10), Joaquín Carrillo Casaux (Abogado y hermano de mi padre), Juan Aurioles Carrillo (primo de mi padre), María del Carmen Zerón de Torres (prima de mi madre), Isabel Ruiz Narbona (Maestra Nacional), Pedro de Castro Ibáñez (Practicante).
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Luis Muñoz-Cobo Arredondo nació en Torreperogil (Jaén) el 9 de noviembre de 1884. Era hijo de Luis Enrique Muñoz-Cobo Arredondo catedrático de Ciencias Naturales y Director del Instituto de Jaén. Licenciado en Ciencias (Sección Naturales) por la Universidad Central y Doctor con la tesis “Estudio de investigación sobre el arrollamiento de las conchas” defendida y publicada en 1905. Socio numerario de la Sociedad Española de Historia Natural desde 1902. Catedrático de Historia Natural y Fisiología e Higiene en el Instituto de Baeza el 22 de abril de 1905, con traslado al de Málaga en 1910. Ocupó la dirección del Instituto entre 1918 y 1931. Fue propietario y director de la revista El Instituto de Málaga que se publicó entre 1929 y 1931. Comendador de la Orden de Alfonso XII en enero 1931. Por decreto de 22 agosto de 1936 fue cesado por el Gobierno de la República. Su expediente de depuración se resolvió confirmándole en su cargo en fecha 4 de mayo de 1939. Se trasladó al Instituto San Isidro de Madrid ese mismo año. Falleció en Madrid el 12 de noviembre de 1962. Aparte de su obra literaria, especialmente poética, fue autor de manuales didácticos: Nociones elementales de historia natural (Madrid, 1912), Apuntes de organografía y fisiología humana. Anatomía general (Málaga, 1926), Ciencias físico-naturales (Madrid, 1946)
José Luis Bañares Zarzosa había nacido en Logroño el 10 de octubre de 1897. El 21 de junio de 1927 obtuvo la cátedra de Geografía e Historia del Instituto Jovellanos de Gijón. En mayo de 1930 permutó con su padre José Bañares Magán sucediéndole en la cátedra de Málaga. Fue depurado imponiéndosele la sanción de un año suspenso de empleo y sueldo, traslado e inhabilitación para ocupar cargos representativos o de confianza el 20 de abril de 1939. Tras su reincorporación pasó a ocupar la cátedra en el Instituto femenino. Falleció en Málaga el 23 de abril de 1960.
José María Martínez Jiménez nació en Cuenca el 24 de mayo de 1892. Nombrado catedrático de Latín del Instituto de Jaén el 2 de junio de 1920. Se trasladó a Málaga para ocupar la vacante producida por jubilación o defunción de José Estrada Prieto. Fundador en Málaga del Partido Republicano Radical Socialista en 1929. Concejal Ayuntamiento de Málaga por la conjunción republicano-socialista el 12 de abril de 1931. Diputado a Cortes constituyentes en 1931 formando parte de la conjunción republicano-socialista y miembro de la comisión de Instrucción Pública. Pertenecía a la logia masónica Pitágoras nº 25. El Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas lo suspendió de empleo y sueldo y separación definitiva del servicio por resolución 14 de diciembre de 1937. Al parecer estaba en Cuenca al comienzo de la guerra perdiéndosele la pista ese mismo año. Fecha y lugar de fallecimiento desconocida. Obra suya fue Gramática latina. I. Fonética y morfología, II Sintaxis y estilística (Madrid, 1920)
Alfonso Pogonoski Martín nació en Madrid. Su padre, Alfonso Pogonoski González, era profesor de matemáticas y director del Colegio San Casiano de Madrid. Comenzó los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Central en 1892, alcanzando en 1901 el grado de Doctor con una tesis titulada “Historia de los judíos en España desde Recaredo hasta la caída de la Monarquía visigoda e intervención que tuvieron en la reconquista que de aquella hicieron los musulmanes”. Perteneció a “La Unión Escolar”, agrupación de estudiantes fundada en 1900. Socio de número del Ateneo de Madrid en 1909. Obtuvo la cátedra de Literatura del Instituto de Cuenca el 8 de junio de 1909 trasladándose al de Málaga en 1915. Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue teniente de alcalde (concejal) de Ayuntamiento de Málaga. Vocal del Consejo Nacional de Cultura en febrero de 1934. Por decreto de 22 agosto de 1936 fue cesado por el Gobierno de la República. Falleció en Badajoz el 10 de noviembre de 1954. Sus obras más significativas fueron: Compendio de gramática castellana (Madrid, 1913), Gramática castellana (Madrid, 1913), Análisis gramatical (Madrid, 1915) y Ensayo de un primer curso elemental de la literatura (Madrid, 1916)
Feliciano González Ruiz nació en Almería en 1872. Estudio cuatro cursos en el Seminario Diocesano de Almería y Filosofía y Letras en Granada entre 1889 y 1891. Se doctoró en 1896 en Filosofía y Letras en la Universidad Central con una memoria titulada “Exposición y crítica de la teoría platónica de las ideas”. En 1895 fue firmante a diversas cátedras de francés en Institutos y Escuelas de Comercio y en 1897 una cátedra Geografía e Historia de Instituto. En 1898 opositó a las cátedras de Psicología de los Institutos de Logroño y Tapia y aunque no las obtuvo fue votado por el tribunal el nº 1 por sus meritos de los 16 restantes opositores. Fue nombrado catedrático de Psicología del de Lugo 18 de junio de 1902. En 1918 también concursó al traslado de la cátedra de Filosofía en Instituto San Isidro de Madrid. Ocupación fugaz de la cátedra de Córdoba entre febrero-septiembre de 1916 regresando al de Lugo. Se trasladó al de Málaga estando constatada ya su presencia en 1925. Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue Concejal del Ayuntamiento dimitiendo en 1926. En 1929 fue ganador del concurso de libros de texto convocado por el Ministerio (Bachillerato Universitario), 2º de ética, con el lema “In te Domine speravi”. Por decreto de 22 agosto de 1936 fue cesado por el Gobierno de la República. Por resolución de 26 de junio de 1940 su expediente de depuración se resolvió confirmándole en su cargo. Católico, apostólico, romano “hasta la medula” y muy cercano a los círculos tradicionalistas. Fue jubilado en 1941. Lugar y fecha de su fallecimiento desconocida. Autor de Elementos de psicología, lógica y ética (Lugo, 1905), Elementos de filosofía del derecho (Ética especial) (Málaga, 1925) y Ética (Madrid, 1929)
José Miguel Jiménez Osuna nació en Madrid. Comenzó sus estudios de Ciencias Naturales en la Universidad Central en 1909 alcanzando el grado de Doctor en 1917 con la tesis “Aplicaciones matemáticas a las ciencia naturales”. Al mismo tiempo cursó varias asignaturas en la sección de Ciencias Exactas y era Maestro Nacional. Nombrado catedrático de Matemáticas del Instituto Teruel el 9 de mayo de 1921, pasó después al de Toledo y el 27 de febrero de 1928 al de Málaga. Resuelto su expediente de depuración se le confirmó en el cargo el 23 de noviembre de 1938. Está constatado que aún vivía a finales de 1960. Fue autor de diversas obras la mayor parte manuales de matemáticas para la enseñanza media: Recreaciones matemáticas en el campo de las Ciencias Naturales (Toledo, 1921), Matemáticas elementales para la enseñanza media: Aritmética, Geometría (Madrid-Granada, 1923-1925) y Nociones de Álgebra y Trigonometría (Madrid, 1929)
Félix González Rodríguez venía ocupando el cargo de Profesor suplente de Dibujo con anterioridad a 1911 en el Instituto de Huelva, pasando después a ser profesor ayudante repetidor. El 18 de junio de 1918 fue nombrado catedrático en el Instituto de Soria y después en Cádiz. El 18 de julio de 1925 por traslado a Málaga para cubrir la vacante generada por la jubilación de Leoncio Bory de la Cruz en noviembre de 1922. Depurado resolución 23 de noviembre de 1937 se le sancionó con traslado e inhabilitación para ocupar cargos; presentó recurso el 24 de febrero de 1940 y se le levantó la sanción. Como en 1943 la cátedra de Dibujo está ocupada por Carlos Jesús Mielgo Hergueta debió fallecer o jubilarse antes de esa fecha.
Observaciones: 1) Omito las reseñas biográficas de Santiago Blanco Puente y Eduardo García Rodeja que ya disponen de amplias referencias en este blog y 2) No aporto las biografías de otros profesores que no han tenido una mención relevante en el texto.


viernes, 21 de octubre de 2016

¿Prioridad o pérdida de sensibilidad?+ D. Lucas

Ante la noticia de el SUR de ayer (20 de octubre del 2016) sobre la actuación de tapar las pinturas del siglo XVIII,  aparecidas en la fachada de la calle Gaona, no puedo por menos que estar sorprendido.
Que ese edificio, objeto de numerosos estudios y publicaciones, encierra sorpresas no creo que sea nuevo para nosotros. El descubrimiento del barco para el estudio de la náutica ya lo fue en su momento, y menos mal que se recuperó. No nos debe extrañar que si se tira un tabicón, se hagan catas, etcétera sigan apareciendo tesoros que en definitiva enriquecen patrimonialmente.
Aparecieron las pinturas y ahora se tapan; se argumenta que no es prioritario, que antes está el adecentar aulas o gimnasios. A bote pronto no me sorprende demasiado, ya que la inercia actual es el concepto de guardería el que prima sobre el de un centro que debe impartir Cultura. Muy discutible.
En fin, ya en otra entrada advertí sobre los nubarrones en el horizonte respecto al uso futuro de ese edificio tan goloso, pero al parecer mientras dependa de las autoridades educativas actuales se entiende más como un contenedor que resuelve la escolarización. Lo histórico, artístico y patrimonial no es ya que no sea prioritario, es que ni se plantea.
Hace unos seis o siete veranos visitó España una directora del MoMA (New York) y enunció con total acierto que "no hay nada más progresista que el respeto al Patrimonio", pero tenemos complejo de cangrejos.
Sigo optimista, aunque no lo parezca; lo que pasa es que un pesimista es un optimista informado.

Para que no se diga, como complemento de esta entrada, algo refrescante. Una foto en la que está D. Lucas Martínez Tobaruela. Está tomada en Granada, él está a la derecha como director del Instituto Ángel Ganivet, de pié D. José Mª Sánchez Diana, Vicedirector del P. Suárez, y entre ellos sentado D. Rafael Martínez Aguirre (quizás estudiasteis algunos sus libros de Física) Director del P. Suárez.



viernes, 15 de julio de 2016

Al César lo que es del César

En entradas anteriores de este blog, ya fuimos informados ( y deleitados) de la exposición "Gaona y el mar", en la que Rafael Vertedor y otros, relataban la misma así como a los intervinientes y los que generosamente habían cedido materiales.
El Instituto (profesores del mismo), acaban de participar en las X Jornadas sobre Patrimonio de los Institutos Históricos, Asociación que presido como ya he apuntado en otras ocasiones, y su comunicación, que transcribo más abajo, versa precisamente sobre esa exposición. Yo mismo les comenté previamente la labor no sólo de algunos de los ya citados en la entrada del blog, sino hasta la de un hermano mío, Federico.
Las comunicaciones a dichas Jornadas están a disposición en la web, por lo que sin impedimento os la traslado. www.asociacioninstitutoshistoricos.com ir a Jornadas realizadas, X Jornadas.
Pero se me viene a la memoria aquello de que "los éxitos tienen varias paternidades, los fracasos son huérfanos", con lo que concluyo en que la exposición tuvo que ser un éxito, de nuevo enhorabuena.
El lector que saque sus conclusiones.
Luis Castellón

COMUNICACIONES DE LAS X JORNADAS DE INSTITUTOS HISTÓRICOS (TERUEL, 30-VI AL 3-VII DE 2016)
El navío didáctico de San Telmo. Gaona y el mar Rafael Maldonado Majada & Francisco Ángel Pareja Pareja
I.E.S. Vicente Espinel. Málaga.
Resumen: El I.E.S. Vicente Espinel de Málaga celebró en noviembre de 2015 una exposición y una serie de actividades paralelas, que tenían como objetivo recuperar la memoria de las enseñanzas náuticas que se impartieron en la ciudad. Esta comunicación narra el contenido de la muestra ubicada en el Aula de Náutica del Instituto, centrándose en el principal elemento patrimonial de la exposición: la corbeta didáctica del siglo XVIII que usaban los alumnos en sus clases de Maniobra, junto a otros elementos relacionados con el mar y la navegación.
La exposición: objeto
La corbeta didáctica del antiguo Colegio de San Telmo regresaba al Instituto Vicente Espinel el pasado 26 de mayo de 2015, después de diecisiete años en los que estuvo expuesta en el Castillo de Gibralfaro. La recuperación de esta singular pieza era una magnífica ocasión para plantear una exposición que enseñara a la ciudadanía la trayectoria que tuvieron las enseñanzas náuticas en Málaga, desde la fundación en 1787 del Real Colegio de San Telmo hasta su desaparición en 1924 en el Instituto Provincial de calle Gaona.
La organización no pretendía exponer el navío de forma aislada, sino aprovechar esta oportunidad para contemplar la corbeta junto a los documentos, objetos y fotografías que explican su historia. Otra cuestión reseñable es que, una vez concluida la exposición temporal, el espacio expositivo se mantendría de forma permanente, pues gran parte del patrimonio exhibido en la muestra es propiedad del Instituto.
Meses después de la llegada del barco, entre el 6 de noviembre y el 4 de diciembre, se abrieron las puertas de la exposición “Gaona y el mar. El Real Colegio de San Telmo y las enseñanzas de náutica en el Instituto de Málaga”. La sala dedicada a la muestra, bautizada como “Aula de Náutica”, se sitúa en la primera planta del inmueble y se ha acondicionado para su nueva función. Esta dependencia, que pertenecía a la antigua casa de don Baltasar Guerrero, fue levantada en los inicios del siglo XVIII y constituye el núcleo más antiguo de la suma de edificios que forman el actual centro de enseñanza. Cabe señalar que junto al Aula de Náutica se encuentra el archivo, lugar que atesora una valiosa documentación imprescindible a la hora de investigar la historia de la institución.
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COMUNICACIONES DE LAS X JORNADAS DE INSTITUTOS HISTÓRICOS (TERUEL, 30-VI AL 3-VII DE 2016)
El navío didáctico de San Telmo
Hace casi 35 años, el domingo 20 de diciembre de 1981, el periódico SUR de Málaga publicaba un extenso artículo a cuatro columnas firmado por Francisco Pérez Triano, periodista y colaborador del diario: “Importante hallazgo realizado por alumnas del Instituto Vicente Espinel. Una corbeta de artesanía perteneciente a la Escuela Náutica de San Telmo”. En él se narraba el sorprendente descubrimiento que habían realizado un mes antes, por azar, unas alumnas del Instituto Gaona, conocido así por el nombre de la calle en la que se ubica.
La fundación del Real Colegio de San Telmo de Málaga en 1787 como institución competente destinada a formar pilotos para la Armada y para la Marina mercante es uno de los acontecimientos más notables de la Málaga del Setecientos. Málaga había experimentado en esos años un renacer a partir del crecimiento de su agricultura. Su puerto era uno de los más importantes del Mediterráneo, pero el monopolio del comercio con las Indias, que poseía Cádiz, dificultaba sobremanera la salida de sus géneros. En 1778 se produce la liberalización del comercio con las Indias, decisión promocionada por el ministro malagueño José de Gálvez. Es en este contexto en el que se promulga, en 1787, la Real Cédula de Carlos III fundando el Real Colegio de San Telmo de Málaga.
La formación práctica de los jóvenes aprendices en el mar era fundamental (se exigía un mínimo de cinco campañas a Indias para obtener el título de piloto), pero los alumnos también recibían enseñanzas teóricas y prácticas con métodos y materiales didácticos muy avanzados. Entre ellos se encontraba un modelo de navío, con su arboladura, jarcia, velamen y todo el aparejo necesario para la enseñanza práctica de las operaciones de zafarrancho y maniobras, que luego tendrían que realizar los alumnos en el mar.
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Sobre el navío didáctico de San Telmo los alumnos aprendían los términos técnicos de las partes de las que se componía una nave y la finalidad de cada pieza en particular, todas reducidas a escala, teniendo que saber manipularlas con precisión si querían triunfar en los exámenes; de la misma manera, tenían que dominar el conocimiento del velamen, plegando o desplegando trapo en función de la maniobra a realizar. Ello suponía la necesidad de que el navío
fuera un elemento didáctico tosco y resistente, en el que se subordinara la estética y la escala a la operatividad de sus distintos elementos sobre los que debería realizarse el aprendizaje, pues la única finalidad del modelo era que los estudiantes practicaran en él.
La corbeta didáctica reproducía un modelo de corbeta de guerra con veintiocho cañones de porte, de las denominadas corbetas de pozo, pues los cañones iban colocados en barbeta, es decir, únicamente en el puente de cubierta; sus dimensiones son disparejas: 2,73 metros de eslora entre perpendiculares -aumentando hasta 3,35 metros si incluimos el bauprés-, 1,23 metros de manga máxima, un puntal de 0,75 metros y una arboladura de 2,50 metros sobre cubierta; su aparejo consistía en tres palos cruzados que soportaban velas cuadradas en el mayor y en el trinquete, más dos en la mesana sobre la verga seca; el palo mesana aparejaba botavara y pico para la vela cangreja.
Corbeta de San Telmo. (Foto: Jesús Jiménez)
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La maqueta contaba con multitud de detalles técnicos que funcionaban perfectamente, pues debían permitir su manejo por los estudiantes. El timón estaba operativo. Igualmente funcionaban las bombas de achique, los pescantes y los cabrestantes. La arboladura, construida fuera de escala, permitía ser manejada con relativa facilidad, según la maniobra a realizar. Se trataba de que el barco resistiera las manos -hábiles o no- de los jóvenes aprendices, por lo que se construyó bastante fuerte, dándosele más importancia a la obra muerta. La mayoría de los barcos de la época tenían elementos decorativos muy característicos, que no existen en la embarcación didáctica.
La concepción de la corbeta como un material didáctico de uso cotidiano durante más de ciento veinte años hacía imprescindible un mantenimiento periódico, así como su sometimiento a reparaciones de mayor calado cada cierto tiempo. Los avances en las ciencias náuticas también debían reflejarse en la maqueta, evitando el riesgo de que el paso del tiempo la convirtiera en un elemento anticuado y anacrónico, en un objeto inútil muy alejado del propósito docente para el que fue construido. Aunque a partir de mediados del siglo XIX las embarcaciones a vela fueron gradualmente desapareciendo del intercambio comercial, todas las escuelas de Náutica europeas mantuvieron como elemento esencial de sus enseñanzas el conocimiento a fondo de la navegación a vela.
El Colegio de San Telmo prestó sus servicios a la ciudad hasta su supresión, en 1847. Un año antes, en 1846, había sido fundado el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza. En 1847, a pesar de la resistencia de los comerciantes de la ciudad, el Instituto absorbió las enseñanzas de Náutica. Desde entonces y hasta 1924, fecha de su definitiva desaparición, los estudios de Náutica siguieron impartiéndose en el Instituto de Málaga. A la calle Gaona se trasladó todo el material didáctico correspondiente a esas enseñanzas.
No conocemos en qué lugar exacto del edificio de calle Gaona estaba situada la maqueta en los años en los que permaneció allí como elemento didáctico. Las numerosas modificaciones arquitectónicas realizadas en el interior del edificio desde el año 1924, fecha en la que se clausuraron definitivamente las enseñanzas de Náutica, nos impiden contar con elementos a partir de los cuales pudiéramos deducir la ubicación exacta de la clase en la
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que ésta se encontraba.
Tras el cierre definitivo de los estudios de Náutica en 1924, todo el
material didáctico perteneciente a dichos estudios -integrado en el denominado “Caudal de San Telmo”- fue depositado en un aula del edificio de calle Gaona. Finalmente, el modelo didáctico quedó abandonado en un viejo almacén junto a objetos de agricultura, y definitivamente olvidado poco tiempo después.
Es muy probable que este tipo de navíos formaran parte de la dotación didáctica de las distintas instituciones creadas en la Edad Moderna para la formación de marinos civiles o militares, aunque no tenemos constancia de ningún otro que haya sobrevivido al paso del tiempo. Por otro lado, a partir de 1901 los Institutos Provinciales de Segunda Enseñanza fueron transformados en Institutos Generales y Técnicos, con la pretensión de reunir en ellos tanto los estudios de Bachillerato como las enseñanzas profesionales de grado medio (Magisterio, Comercio, Náutica, etc.). Desde esa fecha y hasta 1914, los estudios de Náutica solo se siguieron ofreciendo en los institutos de Baleares, Málaga, Gijón, La Coruña, Cádiz, Valencia y Alicante. En ninguno de ellos se ha conservado un patrimonio semejante.
Pocos meses después del descubrimiento, la Liga Naval Española elaboró un informe en el que, tras darse una visión general del estado del barco, se clasificaba el modelo detenidamente teniendo en cuenta su construcción como modelo para prácticas, se exponía su lamentable estado de conservación, se realizaba una valoración histórica y artística y se elaboraba una propuesta de trabajo para conseguir su recuperación. Pero la Liga Naval fue incapaz de conseguir la completa restauración de la corbeta. Hasta 1998, diecisiete años después de su descubrimiento, no se emprendió un proyecto integral de restauración, ejecutado a cargo del Ayuntamiento de Málaga, otorgándose como compensación por parte del Instituto –considerado en todo momento legítimo propietario de la maqueta- la cesión para la exposición de la misma durante 10 años en el centro de interpretación del Castillo de Gibralfaro. El informe de la restauración realizada entre mayo y junio de 1998 proporciona numerosos datos sobre los materiales utilizados en su construcción, la policromía aplicada y las técnicas constructivas empleadas, y realiza una valoración rigurosa sobre los daños de la maqueta y los factores que los
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provocaron.
Las décadas de abandono -los casi sesenta años transcurridos desde el momento en el que el modelo dejó de ser útil, pasando a ser un objeto con el que ya no había que tener ninguna precaución, hasta que se inicia su consideración como patrimonio cultural- en condiciones deplorables de almacenamiento facilitaron su deterioro extremo, y las erróneas intervenciones restauradoras realizadas sobre la maqueta en los años 80 no lo corrigieron adecuadamente. El equipo de la LNE que se hizo cargo de ella actuó sin un claro criterio restaurador, optando por sustituir elementos originales en la práctica totalidad del casco, lo que podía haberse evitado de haber prevalecido el mantenimiento y recuperación de los restos materiales conservados por encima de cualquier otra consideración funcional o de integridad formal.
El informe de restauración de la maqueta es terminante: “La maqueta naval de San Telmo estaba construida en origen con materiales y técnicas lo suficientemente avalados por la experiencia de los oficios como para asegurarle una duración indefinida en condiciones óptimas de conservación”. Por tanto, son los factores de origen humano los que han causado los daños más graves.
Cuando el año pasado desde el I.E.S. “Vicente Espinel” se planteó organizar la exposición “Gaona y el mar. El Real Colegio de San Telmo y las enseñanzas de Náutica en el Instituto de Málaga”, teníamos claro que la exhibición de la maqueta debía ser el elemento central de la muestra. Es intención del centro dedicarle un espacio permanente donde pueda ser admirada en su integridad después de más de cien años. Por ello, el Instituto propuso al Ayuntamiento la resolución del Contrato de Depósito y Obligación de Restauración, firmado en el año 1998. El 26 de mayo de 2015, día de san Felipe Neri, el navío de San Telmo regresó al caserón filipense de calle Gaona.
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Gaona y el mar. La exposición
Es evidente que cuando el visitante entra en el aula dirige su vista hacia el barco. Sin embargo, el interés de este espacio es contar mucho más. Los contenidos de la exposición se visualizan a través de un documental realizado por el profesor Rafael Maldonado y se estructuran en torno a siete áreas temáticas, representadas cada una de ellas por un panel explicativo bajo los siguientes títulos: Málaga y su puerto en la encrucijada de fin del siglo XVIII, El Colegio de San Telmo: Origen y organización, El navío didáctico de San Telmo, El Caudal y el Acueducto de San Telmo, Los nombres del Colegio, El viaje de prácticas y Las enseñanzas de Náutica entre 1847 y 1924.
Vista general del Aula de Náutica. Noviembre 2015. (Foto: Jesús Jiménez)
El recorrido comienza con un acercamiento al contexto histórico de la actividad portuaria de Málaga durante el reinado de Carlos III. De los primeros pasos del Real Colegio de San Telmo se muestran varios documentos especialmente valiosos, como la cartela conmemorativa de su fundación, realizada en madera dorada y conservada en el Instituto Nuestra Señora de la Victoria.
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Asimismo, se narra el plan de estudios que seguían los colegiales, la metodología o los materiales utilizados. Destaca el libro de las Ordenanzas emitidas en 1787 donde se regulaban los horarios, la vestimenta, la alimentación o el régimen de premios y castigos que seguían los alumnos.
Por último, contamos con la reproducción de un plano del edifico de principios del siglo XIX procedente del Archivo de la Marina Española “Álvaro de Bazán”. Gracias a él, podemos observar la distribución física de los espacios que se daba en el primitivo Colegio de San Telmo. De hecho, un aula del inmueble estaba bautizada como “Sitio del Navío y obrador de Maniobra”.
El siguiente eslabón de la exposición se centra en el análisis de la gestión económica de la institución, teniendo una especial trascendencia la relación que tuvo la escuela náutica con el Acueducto de San Telmo. Junto al panel explicativo, contamos con un arca o caja fuerte de hierro de tres llaves del siglo XVIII, perteneciente al Instituto Vicente Espinel, cuya existencia ya estaba requerida en las primeras ordenanzas de la institución.
Seguidamente, se describe el viaje de prácticas hacia América que debían realizar los alumnos para culminar sus estudios. Finalizada la travesía, los capitanes de los barcos certificaban los méritos adquiridos y el colegio examinaba al alumnado para expedir su titulación de piloto o pilotín. Además, el archivo del centro cuenta con documentos como un impreso de la Real Ordenanza que fijaba las obligaciones que debían seguir los colegiales durante la navegación.
Son miles los protagonistas que pasaron por las aulas de San Telmo y por el edificio de calle Gaona, en calidad de profesores o alumnos. Por esa razón, sólo se narran algunos ejemplos que nos sirven para ilustrar la vida de la institución. Sobre los alumnos, se describen los dos tipos que existían. En primer lugar, estaban los porcionistas de pago, procedentes de familias acomodadas. El segundo grupo lo formaban los colegiales de número, que eran la mayoría de los matriculados y que procedían de familias humildes. Esta información se ilustra con un fragmento de la ficha del colegial Manuel Ortega o con la documentación del italiano Melchiore Quarteraro.
Para acabar esta sección, los fondos del archivo del instituto han hecho posible mostrar parte de la vida de algunos alumnos como Pedro Blanco. A través de su hoja de estudios, podemos conocer su descripción física, sus
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datos familiares y los resultados académicos que obtuvo, hasta su embarque en 1810 para realizar un viaje de prácticas que no concluyó. En ese momento se asentó en Cuba, donde años después se convirtió en uno de los mayores traficantes de esclavos del siglo XIX. Su llamativa biografía, sirvió para que en 1933 el escritor Lino Novás novelara su vida bajo el título de “El negrero”.
El último capítulo de este periplo analiza la historia de las enseñanzas náuticas desde el cierre del Colegio de San Telmo en 1847 hasta la desaparición de la última escuela de calle Gaona en 1924. Durante este periodo, los citados estudios se ubicaron en el recién nacido Instituto Provincial, al que se mudaron los alumnos, los profesores y los materiales didácticos, entre los que estaba el navío.
Esta etapa ha dejado huellas en el archivo del Centro que están presentes en el Aula de Náutica. De hecho, se ha incorporado en una de las paredes una frase extraída del discurso u oración inaugural del curso de 1850- 1851, que constata la convivencia en el mismo edificio de ambas enseñanzas. El texto dice así: “El Instituto de Málaga (...) ha llegado a ser uno de los mejores de España, pues además de las asignaturas que comprende la Segunda Enseñanza, quizá sea el único en que se enseñe Náutica”.
En la exposición se muestra una colección de cartas de navegación que se utilizaban en las clases y un gran mapa físico del hemisferio oriental, que procede de los fondos cartográficos conservados en el Departamento de Geografía e Historia.
Desgraciadamente, de los demás instrumentos necesarios para la docencia que tuvo la escuela no conservamos nada. No obstante, hemos tenido la gran suerte de contar con préstamos de objetos relacionados con la navegación y la formación náutica, que fueron cedidos por diferentes colecciones particulares de la ciudad.
Conclusiones
A lo largo del mes que ha estado abierta la muestra, se ha desarrollado un completo programa que ha incluido visitas guiadas a los edificios del antiguo Colegio de San Telmo y del instituto de calle Gaona. Se ha hecho un esfuerzo en la divulgación de contenidos a través de los medios de comunicación y de varias publicaciones como las revistas “Cuadernos del Rebalaje” e “Isla de
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Arriarán”. Además, han tenido lugar varias mesas redondas y una conferencia que se han acercado al pasado y al presente y se han asomado al futuro del mar en nuestra ciudad.
El departamento de Geografía e Historia del I.E.S. “Vicente Espinel” se ha marcado como objetivo a medio plazo la redacción y edición de materiales didácticos que faciliten una visita a los contenidos de la exposición. Estos materiales se difundirán a través de la Delegación de Málaga y del Centro de Profesores entre todos los colegios e institutos de la provincia.
Por último, nos planteamos, con el apoyo de la Administración, realizar una oferta desde el Instituto de estudios profesionales dirigidos a actividades náuticas, actualmente muy escasa en Andalucía y muy concentrada en Cádiz, vinculando así nuestro futuro a las raíces que arraigaron hace ya más de doscientos años en nuestra historia.