El 1 de junio de 1951 de la mano de mi madre me encamine a la calle Gaona donde iba a sufrir el examen de
ingreso. La situación no era completamente nueva para mí pues el 21 de septiembre del año anterior había realizado un examen de características similares para ingresar en el conservatorio. Por el camino mi madre me hablaba del presidente de aquel tribunal que había sido su profesor de "Agricultura y técnica agrícola e industrial", una asignatura del 6º curso de su bachillerato en 1933-1934, cuando el instituto era mixto. Ese presidente del que tan buen recuerdo tenía mi madre era Don Santiago Blanco Puente. Le acompañaban como secretario don Rafael Vela Díaz, profesor de Lengua y literatura española y como vocal el P. Rafael López Espinosa
que enseñaba religión, elemento omnipresente en todos los tribunales. La prueba consistió en el siguiente dictado: “Pasado el estupor que produjo el
amargo desengaño, en lugar de buscar recurso para salir de aquel trance con el
menor desaire posible, entregose de lleno al furor de su despecho y domináronle
sus instintos rencorosos y vengativos.” (fragmento de José Mª Pereda, Don Gonzalo González de
la Gonzalera, X: Lo que descubrió la feria) y dos operaciones aritméticas, una
cuenta de dividir por tres cifras sin extracción de decimales y la operación inversa posiblemente como prueba. La del 9 era desconocida para un niño de 10 años.
Como puede comprobarse cometí dos faltas de ortografía: en la palabra domináronle (complicada hasta para quien dicta) escribí
dominaroles y vengativos con b. Se observa la escasa pericia de la firma.