En aquellos primeros días de octubre de 1958 nos
reunimos 59 estudiantes en el patio del instituto masculino de la calle Gaona
para iniciar el curso Preuniversitario. Sólo nueve (Valeriano Claros Guerra,
Francisco Díaz Molina, Emilio Galán Huertos, Rafael Ángel Gil Rivas, Antonio
Lara García, Rodrigo Martín Orús, Eduardo Medina Sibajas, Rubén Darío Rodríguez
Pérez y Diego Ruiz Galacho) procedían como alumnos oficiales del propio
instituto y el resto de la enseñanza colegiada tanto de centros privados
legalmente autorizados y reconocidos (San Agustín, Nuestra Señora de la
Victoria de los HH. Maristas, San Estanislao de los jesuitas) como de
autorizados pero no reconocidos y cuyos exámenes eran realizados en el
instituto con matrícula libre (Nuestra Señora de las Mercedes, Sagrado Corazón
de Jesús, San Fernando). En tal sentido el instituto se convirtió en un centro
de atracción pues a pesar de perder un 59% parte de su alumnado –en el curso
1957-1958 habían cursado 6º de bachillerato 22 alumnos- el incremento de
matriculación fue espectacular alcanzando un 168%. Esta estructura determinó la
existencia de un núcleo de alumnos cohesionado por años de convivencia y
dominadores del espacio tanto físico como social que ocupábamos y una periferia
muy desestructurada y marginal.
El Preuniversitario implantado
desde el curso 1953-1954 funcionó los cuatro primeros años completamente desreglado
y con un alto grado de provisionalidad. Por fin en septiembre de 1957 fue
conocido el modelo de enseñanza basado en cursos monográficos que cambiarían
anualmente. Los que nos correspondieron ese año se hicieron públicos para
profesores y alumnos en junio de 1958 lo que representaba una gran dificultad
para el profesorado encargado de impartirlos al disponer de escaso tiempo para
su preparación. Con nuestra promoción feneció este modelo volviéndose al
sistema de cursos regulares, tras un corto periodo de cursos mixtos. El
profesorado adscrito a cada unos de los cursos fue el siguiente: para los
comunes doña Elena Villamana Peco (1908-1995), don Fulgencio Egea Abelenda
(1900-1961), don José Cruces Pozo (1924-1965) y don Emilio Jiménez Souvirón
(1889-1960); para la opción de ciencias don Valentín Aldeanueva Salguero
(1914-2000), don Santiago Blanco Puente (1901-1987) y don Eduardo García Rodeja
(1891-1983); para la opción letras don Lucas Martínez Tobaruela (1912-d. 2002)
y don Francisco López Ruiz (1908-1966)
La catedrática Elena Villamana
fue la encargada de impartir el monográfico “Cartas de relación de Hernán Cortés y demás historiadores de Indias.
Estudio de su época” centrado en la acción española en America durante el
reinado de Carlos V y el temario debía desarrollarse en base a lecturas de
textos de los cronistas de Indias y completarse con excursiones a los lugares
carolinos. Era un tema clásico de la historiografía franquista destinado a
exaltar la conquista y colonización de America y su labor evangelizadora. Al
catedrático Fulgencio Egea, que además fue el tutor del curso, se le encomendó “La Familia” con temas concretos tales
como “El matrimonio como sacramento” o “Valor santificador del matrimonio” o
“Restauración de la familia como centro ordinario de vida cristiana” y con
afirmaciones tales como “vínculos naturales trascendentes hacía los planos
espirituales y sobrenaturales” o sugerencias como “especie de preparación al
matrimonio y la familia” dada la edad del alumnado. Se acudió a Cruces Pozo,
catedrático de Geografía e Historia de la Escuela Normal de Magisterio
masculino, para que explicara el curso sobre “Italia y la Ciudad del Vaticano” centrado en temas clásicos de
geografía regional en la parte referida a Italia; el temario sobre la Ciudad
del Vaticano tenía, obviamente, unas connotaciones muy diferentes: “la
independencia territorial como salvaguarda de los intereses espirituales” o “la
universalidad del catolicismo y su necesaria influencia política y social”. El
profesor auxiliar y secretario del centro Jiménez Souviron fue el encargado del
idioma moderno (opción francés) “Poemas
de Alfredo de Vigny. Obras de otros autores de la misma época”. Aparte de
la tradicional actividad traductora, tal vez lo más llamativo fuera la
pretensión de fomentar la conversación y que el profesor explicara las
lecciones en el idioma elegido por el alumno. Alfred de Vigny era un autor muy
del agrado del régimen: moralista, alta valoración del honor y pesimista “el
hombre había nacido para sufrir en su cuerpo, en su espíritu y en su corazón”.
Al profesor adjunto y al mismo
tiempo catedrático de Álgebra en la Escuela de Peritos Industriales Valentín
Aldeanueva se le adscribió la enseñanza del curso “Introducción a los métodos estadísticos y 250 problemas de Matemáticas”.
En lo referente a la estadística desarrollo de temas básicos tales como la
estadística descriptiva, representaciones gráficas, uso de “máquinas de
calcular” o distribuciones fundamentales y en cuanto a la resolución de problemas
los 251 al 500 de una lista publicada en marzo de 1958. Santiago Blanco,
catedrático de Agricultura, nos impartió “Biología
marina y aprovechamiento de los animales del mar”; un curso de muy buena
estructuración temática: el mar como medio físico y biológico, la fauna marina
y su interés económico, las técnicas pesqueras y las relaciones entre el mar y
la alimentación humana. El más veterano en el escalafón de catedráticos del
instituto, García Rodeja, “Radio y
Televisión”. Aunque se ponía énfasis en el desarrollo de los aspectos
tecnológicos la mayor parte del temario estaba dedicado a los fundamentos
científicos de las técnicas y sólo los cuatro últimos a su realización practica
(emisora y receptora); en definitiva estaba más centrado en los fundamentos
físicos de la radio y la televisión que en los aspectos puramente tecnológicos.
El resultado en la convocatoria
de junio de este curso, que abría o no la puerta al examen de madurez a realizar
en Granada, fue la siguiente: la Junta de profesores consideró aptos a 34
(57’6%), 9 debieron realizar una prueba especial (15’2%) y 16 no aptos (27’1%),
de ellos 4 por insuficiente asistencia. Aun cuando no se expidió una
calificación numérica individualizada por asignaturas conocemos que don José no
otorgó su plácet a 10 estudiantes, don Emilio a 9, don Valentín a 8, doña Elena
y don Eduardo a 6. El resto del profesorado no encontró motivos para
cuestionarse algún estudiante. Sólo tres estudiantes quedaron pendientes para
septiembre con 5 cursos, con 4 cinco alumnos, con 3 cuatro y con 2 tres.
Posiblemente los 9 que debieron realizar la prueba especial tenían pendiente un
solo curso, pero desconozco cuales pudieron ser y el resultado de esta prueba.
Muy posiblemente no sea posible
encontrar una respuesta unitaria a este curso ya que estarían cargadas de
subjetividad. En mi caso me quedo con el curso de don Fulgencio Egea que se
desentendió de las orientaciones ministeriales y nos dio un admirable curso.
Parecía pensado para que lo impartiera un cura y no un filosofo. Así mismo con
el impartido por don Santiago Blanco. Se notaban sus muchos conocimientos y
posiblemente también una excelente preparación del mismo. Por último la
resolución de los problemas de matemáticas por don Valentín Aldeanueva. Pero la
opinión de mi compañero Valeriano Claros es discordante con la mía: para él
fueron los mejores el de doña Elena Villamana y el de don Eduardo García Rodeja,
hasta el punto este último de determinar su futuro profesional.
No es de fácil ejecución hacer
un seguimiento de las carreras emprendidas por los distintos compañeros de este
curso. Sin duda fueron los médicos los que batieron el record con 12; 5
ingenieros superiores, 3 derecho, ciencias y filosofía y letras respectivamente,
3 ingenieros técnicos industriales, 2 estudios eclesiásticos, 1 ciencias de la
información, 1 ciencias económicas y empresariales, 1 arquitecto técnico y 1 pedagogía.
Independientemente de la
titulación académica lograda en once está constatada su dedicación a la
docencia: Miguel Lorente Dochado (Maestro-Inspector de EGB), Francisco Díaz
Molina (Catedrático de Instituto), Fernando Marti Pallarés (Profesor de
Ciencias en un colegio privado), Francisco del Pino Roldán (Agregado de
Instituto), Antonio Márquez Royo (Maestro de laboratorio de universidad laboral),
Diego Ruiz Galacho (Profesor Titular de Escuela Universitaria de Hacienda
Pública), Juan Luis Carrillo Martos (Catedrático de Universidad de Historia de
la Ciencia), José Antonio Correa Rodríguez (Catedrático de Universidad de
Filología Latina), Juan Manuel de la Cruz Fernández (Catedrático de Universidad
de Filología Inglesa), Emilio Galán Huertos (Catedrático de Universidad de
Cristalografía y Mineralogía) y Antonio Lara García (Catedrático de Universidad
de Teoría e Historia de la Imagen)
Juan Luis, muchas gracias por esta interesante y bien documentada entrada,
ResponderEliminarTe animamos a que participes con otras nuevas cuando quieras.
No tengas la menor duda. Incorporo a mi agenda de jubilado el compromiso de redactar de vez en cuando una entrada para el blog.
EliminarEse curso nosotros íbamos dos años por la popa, siguiendo vuestras aguas y disfrutando del mismo y excelente elenco de profesores. ¡Gracias por tu escrito y tus recuerdos!
ResponderEliminarEl pasado mes de diciembre nuestro compañero Emilio Galán Huertos entró en este blog y se puso en contacto conmigo a través de correo privado. En relación con esta entrada me decía que el sufrió, como sufrimos todos, con las explicaciones de D. Eduardo García Rodeja sobre la TV, asunto del que, a su parecer, "no tenía ni idea" y al mismo tiempo le sorprendía que el interés de Valeriano Claros Guerra por las telecomunicaciones devinieran de sus enseñanzas. Para él el mejor profesor había sido D. Fulgencio Egea que cuando en 6º estudió "La historia de los sistemas filosóficos" tuvo la tentación de cambiarse a Letras. Yo creo que don Eduardo era muy consciente de sus limitaciones para hacer frente a este curso monográfico y a lo largo del mismo fueron varias las ocasiones en que nos recomendó "que rezáramos para que en la prueba de madurez a celebrar en Granada nos salieran los pececitos del mar", en clara alusión al curso impartido por don Santiago Blanco. Afortunadamente tanto rezo debió surtir efecto y en el sorteo del tema nos tocó escribir sobre las grandes pesquerías españolas y mundiales. Respiramos hondo, menos, tal vez, Valeriano.
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