miércoles, 28 de agosto de 2013

AQUEL PREUNIVERSITARIO (1958-1959)





En aquellos primeros días de octubre de 1958 nos reunimos 59 estudiantes en el patio del instituto masculino de la calle Gaona para iniciar el curso Preuniversitario. Sólo nueve (Valeriano Claros Guerra, Francisco Díaz Molina, Emilio Galán Huertos, Rafael Ángel Gil Rivas, Antonio Lara García, Rodrigo Martín Orús, Eduardo Medina Sibajas, Rubén Darío Rodríguez Pérez y Diego Ruiz Galacho) procedían como alumnos oficiales del propio instituto y el resto de la enseñanza colegiada tanto de centros privados legalmente autorizados y reconocidos (San Agustín, Nuestra Señora de la Victoria de los HH. Maristas, San Estanislao de los jesuitas) como de autorizados pero no reconocidos y cuyos exámenes eran realizados en el instituto con matrícula libre (Nuestra Señora de las Mercedes, Sagrado Corazón de Jesús, San Fernando). En tal sentido el instituto se convirtió en un centro de atracción pues a pesar de perder un 59% parte de su alumnado –en el curso 1957-1958 habían cursado 6º de bachillerato 22 alumnos- el incremento de matriculación fue espectacular alcanzando un 168%. Esta estructura determinó la existencia de un núcleo de alumnos cohesionado por años de convivencia y dominadores del espacio tanto físico como social que ocupábamos y una periferia muy desestructurada y marginal.

El Preuniversitario implantado desde el curso 1953-1954 funcionó los cuatro primeros años completamente desreglado y con un alto grado de provisionalidad. Por fin en septiembre de 1957 fue conocido el modelo de enseñanza basado en cursos monográficos que cambiarían anualmente. Los que nos correspondieron ese año se hicieron públicos para profesores y alumnos en junio de 1958 lo que representaba una gran dificultad para el profesorado encargado de impartirlos al disponer de escaso tiempo para su preparación. Con nuestra promoción feneció este modelo volviéndose al sistema de cursos regulares, tras un corto periodo de cursos mixtos. El profesorado adscrito a cada unos de los cursos fue el siguiente: para los comunes doña Elena Villamana Peco (1908-1995), don Fulgencio Egea Abelenda (1900-1961), don José Cruces Pozo (1924-1965) y don Emilio Jiménez Souvirón (1889-1960); para la opción de ciencias don Valentín Aldeanueva Salguero (1914-2000), don Santiago Blanco Puente (1901-1987) y don Eduardo García Rodeja (1891-1983); para la opción letras don Lucas Martínez Tobaruela (1912-d. 2002) y don Francisco López Ruiz (1908-1966)

La catedrática Elena Villamana fue la encargada de impartir el monográfico “Cartas de relación de Hernán Cortés y demás historiadores de Indias. Estudio de su época” centrado en la acción española en America durante el reinado de Carlos V y el temario debía desarrollarse en base a lecturas de textos de los cronistas de Indias y completarse con excursiones a los lugares carolinos. Era un tema clásico de la historiografía franquista destinado a exaltar la conquista y colonización de America y su labor evangelizadora. Al catedrático Fulgencio Egea, que además fue el tutor del curso, se le encomendó “La Familia” con temas concretos tales como “El matrimonio como sacramento” o “Valor santificador del matrimonio” o “Restauración de la familia como centro ordinario de vida cristiana” y con afirmaciones tales como “vínculos naturales trascendentes hacía los planos espirituales y sobrenaturales” o sugerencias como “especie de preparación al matrimonio y la familia” dada la edad del alumnado. Se acudió a Cruces Pozo, catedrático de Geografía e Historia de la Escuela Normal de Magisterio masculino, para que explicara el curso sobre “Italia y la Ciudad del Vaticano” centrado en temas clásicos de geografía regional en la parte referida a Italia; el temario sobre la Ciudad del Vaticano tenía, obviamente, unas connotaciones muy diferentes: “la independencia territorial como salvaguarda de los intereses espirituales” o “la universalidad del catolicismo y su necesaria influencia política y social”. El profesor auxiliar y secretario del centro Jiménez Souviron fue el encargado del idioma moderno (opción francés) “Poemas de Alfredo de Vigny. Obras de otros autores de la misma época”. Aparte de la tradicional actividad traductora, tal vez lo más llamativo fuera la pretensión de fomentar la conversación y que el profesor explicara las lecciones en el idioma elegido por el alumno. Alfred de Vigny era un autor muy del agrado del régimen: moralista, alta valoración del honor y pesimista “el hombre había nacido para sufrir en su cuerpo, en su espíritu y en su corazón”.  

Al profesor adjunto y al mismo tiempo catedrático de Álgebra en la Escuela de Peritos Industriales Valentín Aldeanueva se le adscribió la enseñanza del curso “Introducción a los métodos estadísticos y 250 problemas de Matemáticas”. En lo referente a la estadística desarrollo de temas básicos tales como la estadística descriptiva, representaciones gráficas, uso de “máquinas de calcular” o distribuciones fundamentales y en cuanto a la resolución de problemas los 251 al 500 de una lista publicada en marzo de 1958. Santiago Blanco, catedrático de Agricultura, nos impartió “Biología marina y aprovechamiento de los animales del mar”; un curso de muy buena estructuración temática: el mar como medio físico y biológico, la fauna marina y su interés económico, las técnicas pesqueras y las relaciones entre el mar y la alimentación humana. El más veterano en el escalafón de catedráticos del instituto, García Rodeja, “Radio y Televisión”. Aunque se ponía énfasis en el desarrollo de los aspectos tecnológicos la mayor parte del temario estaba dedicado a los fundamentos científicos de las técnicas y sólo los cuatro últimos a su realización practica (emisora y receptora); en definitiva estaba más centrado en los fundamentos físicos de la radio y la televisión que en los aspectos puramente tecnológicos.

El resultado en la convocatoria de junio de este curso, que abría o no la puerta al examen de madurez a realizar en Granada, fue la siguiente: la Junta de profesores consideró aptos a 34 (57’6%), 9 debieron realizar una prueba especial (15’2%) y 16 no aptos (27’1%), de ellos 4 por insuficiente asistencia. Aun cuando no se expidió una calificación numérica individualizada por asignaturas conocemos que don José no otorgó su plácet a 10 estudiantes, don Emilio a 9, don Valentín a 8, doña Elena y don Eduardo a 6. El resto del profesorado no encontró motivos para cuestionarse algún estudiante. Sólo tres estudiantes quedaron pendientes para septiembre con 5 cursos, con 4 cinco alumnos, con 3 cuatro y con 2 tres. Posiblemente los 9 que debieron realizar la prueba especial tenían pendiente un solo curso, pero desconozco cuales pudieron ser y el resultado de esta prueba.

Muy posiblemente no sea posible encontrar una respuesta unitaria a este curso ya que estarían cargadas de subjetividad. En mi caso me quedo con el curso de don Fulgencio Egea que se desentendió de las orientaciones ministeriales y nos dio un admirable curso. Parecía pensado para que lo impartiera un cura y no un filosofo. Así mismo con el impartido por don Santiago Blanco. Se notaban sus muchos conocimientos y posiblemente también una excelente preparación del mismo. Por último la resolución de los problemas de matemáticas por don Valentín Aldeanueva. Pero la opinión de mi compañero Valeriano Claros es discordante con la mía: para él fueron los mejores el de doña Elena Villamana y el de don Eduardo García Rodeja, hasta el punto este último de determinar su futuro profesional.

No es de fácil ejecución hacer un seguimiento de las carreras emprendidas por los distintos compañeros de este curso. Sin duda fueron los médicos los que batieron el record con 12; 5 ingenieros superiores, 3 derecho, ciencias y filosofía y letras respectivamente, 3 ingenieros técnicos industriales, 2 estudios eclesiásticos, 1 ciencias de la información, 1 ciencias económicas y empresariales, 1 arquitecto técnico y 1 pedagogía.

Independientemente de la titulación académica lograda en once está constatada su dedicación a la docencia: Miguel Lorente Dochado (Maestro-Inspector de EGB), Francisco Díaz Molina (Catedrático de Instituto), Fernando Marti Pallarés (Profesor de Ciencias en un colegio privado), Francisco del Pino Roldán (Agregado de Instituto), Antonio Márquez Royo (Maestro de laboratorio de universidad laboral), Diego Ruiz Galacho (Profesor Titular de Escuela Universitaria de Hacienda Pública), Juan Luis Carrillo Martos (Catedrático de Universidad de Historia de la Ciencia), José Antonio Correa Rodríguez (Catedrático de Universidad de Filología Latina), Juan Manuel de la Cruz Fernández (Catedrático de Universidad de Filología Inglesa), Emilio Galán Huertos (Catedrático de Universidad de Cristalografía y Mineralogía) y Antonio Lara García (Catedrático de Universidad de Teoría e Historia de la Imagen)

4 comentarios:

  1. Juan Luis, muchas gracias por esta interesante y bien documentada entrada,
    Te animamos a que participes con otras nuevas cuando quieras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No tengas la menor duda. Incorporo a mi agenda de jubilado el compromiso de redactar de vez en cuando una entrada para el blog.

      Eliminar
  2. Ese curso nosotros íbamos dos años por la popa, siguiendo vuestras aguas y disfrutando del mismo y excelente elenco de profesores. ¡Gracias por tu escrito y tus recuerdos!

    ResponderEliminar
  3. El pasado mes de diciembre nuestro compañero Emilio Galán Huertos entró en este blog y se puso en contacto conmigo a través de correo privado. En relación con esta entrada me decía que el sufrió, como sufrimos todos, con las explicaciones de D. Eduardo García Rodeja sobre la TV, asunto del que, a su parecer, "no tenía ni idea" y al mismo tiempo le sorprendía que el interés de Valeriano Claros Guerra por las telecomunicaciones devinieran de sus enseñanzas. Para él el mejor profesor había sido D. Fulgencio Egea que cuando en 6º estudió "La historia de los sistemas filosóficos" tuvo la tentación de cambiarse a Letras. Yo creo que don Eduardo era muy consciente de sus limitaciones para hacer frente a este curso monográfico y a lo largo del mismo fueron varias las ocasiones en que nos recomendó "que rezáramos para que en la prueba de madurez a celebrar en Granada nos salieran los pececitos del mar", en clara alusión al curso impartido por don Santiago Blanco. Afortunadamente tanto rezo debió surtir efecto y en el sorteo del tema nos tocó escribir sobre las grandes pesquerías españolas y mundiales. Respiramos hondo, menos, tal vez, Valeriano.

    ResponderEliminar