viernes, 21 de octubre de 2016

¿Prioridad o pérdida de sensibilidad?+ D. Lucas

Ante la noticia de el SUR de ayer (20 de octubre del 2016) sobre la actuación de tapar las pinturas del siglo XVIII,  aparecidas en la fachada de la calle Gaona, no puedo por menos que estar sorprendido.
Que ese edificio, objeto de numerosos estudios y publicaciones, encierra sorpresas no creo que sea nuevo para nosotros. El descubrimiento del barco para el estudio de la náutica ya lo fue en su momento, y menos mal que se recuperó. No nos debe extrañar que si se tira un tabicón, se hagan catas, etcétera sigan apareciendo tesoros que en definitiva enriquecen patrimonialmente.
Aparecieron las pinturas y ahora se tapan; se argumenta que no es prioritario, que antes está el adecentar aulas o gimnasios. A bote pronto no me sorprende demasiado, ya que la inercia actual es el concepto de guardería el que prima sobre el de un centro que debe impartir Cultura. Muy discutible.
En fin, ya en otra entrada advertí sobre los nubarrones en el horizonte respecto al uso futuro de ese edificio tan goloso, pero al parecer mientras dependa de las autoridades educativas actuales se entiende más como un contenedor que resuelve la escolarización. Lo histórico, artístico y patrimonial no es ya que no sea prioritario, es que ni se plantea.
Hace unos seis o siete veranos visitó España una directora del MoMA (New York) y enunció con total acierto que "no hay nada más progresista que el respeto al Patrimonio", pero tenemos complejo de cangrejos.
Sigo optimista, aunque no lo parezca; lo que pasa es que un pesimista es un optimista informado.

Para que no se diga, como complemento de esta entrada, algo refrescante. Una foto en la que está D. Lucas Martínez Tobaruela. Está tomada en Granada, él está a la derecha como director del Instituto Ángel Ganivet, de pié D. José Mª Sánchez Diana, Vicedirector del P. Suárez, y entre ellos sentado D. Rafael Martínez Aguirre (quizás estudiasteis algunos sus libros de Física) Director del P. Suárez.



1 comentario:

  1. Desde el nacimiento de los Institutos, en el siglo XIX, la misión de éstos fue la dinamización cultural de la sociedad de su entorno, excediendo las labores puramente académicas. Acercar esa Cultura a las ciudades más importantes requería una inversión no sólo en aulas dignas y buenos profesionales; los centros debían poner a disposición de la sociedad sus bibliotecaa, salones de actos, salas de exposiciones y museos... Estos centros del saber se convirtieron pronto en magníficos transmusores de cultura y, sobre todo, en lugares de reunión de los jóvenes del momento y de la sociedad en general, que compartía veladas literarias, fiestas culturales, representaciones teatrales, conciertos, exposiciones...
    Ante noticias como la que antecede, reflexiono: ¡Qué poco queda de aquella sensibilidad que impulsaba el valor cultural de los institutos!

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