lunes, 13 de febrero de 2012

DOÑA ELENA, SU LIBRO Y YO

Ayer domingo, cuando regresaba del bosque que rodea al castillo de Bellver adonde voy los fines de semana con otros amigos también jubilados para andar, hacer algo de ejercicio y charlar, decía, cuando regresaba, ya en el coche, oí en la radio que el locutor hablaba de Doña Elena Villamana Peco, de Don Eduardo García Rodeja y del Gaona.

Una vez llegado a casa permanecí aún unos minutos en el coche escuchando la radio hasta que el locutor terminó el comentario que me había llevado a recordar mi época de estudiante en Málaga.

A media mañana llamé a mi amigo Rafael Vertedor (Falo) y le comenté  sobre lo que había estado escuchando en la radio. Después de media hora de charleta me remitió al último aporte a este blog que por cierto trataba sobre Doña Elena.

El blog ya lo conocía precisamente a través de él mismo y después de la lectura del aporte del D. José María Hidalgo  me animé a hacer yo el mío propio en relación con Doña Elena.

Yo había hecho el examen de ingreso de bachiller en el "Instituto Hilarión Eslava" de Cabra, trasladándonos luego a vivir a Melilla donde inicié el bachillerato en el "Instituto Hispano-Marroquí", que así se llamaba a la sazón.

Allí cursé los primeros cuatro años y fue, creo en tercero o cuarto - no recuerdo muy bien -  cuando conocí a Doña Elena.

Bueno a ella personalmente no, sino al libro de Literatura en cuya portada  aparecía impreso su nombre. En él aprendí lo que era un pareado, el cuarteto y su hermana pequeña de misma rima la redondilla, el serventesio y la cuarteta, también lo que era una décima y leí mi primer soneto, aquel en el que Lope accede a hacerle uno a Violante a pesar de verse metido en tal aprieto. El de Cervantes al Túmulo de Felipe II, ejemplo de soneto con estrambote, término a mi juicio algo estrambótico para ser sólo una propina de tres versos a un  soneto.

Leí asimismo  aquellos versos de rara métrica de Rubén Darío sobre la tristeza de la princesa que me resultaron un poco extraños.

Una vez terminado cuarto nos enfrentamos los alumnos de ese año al cambio de plan de estudios: el 38 por el nuevo del 53 y que suponía la reválida de lo que se llamó a partir de entonces Bachiller Elemental, y de Bachiller Superior para la que se haría al finalizar sexto.

A los pocos días del examen de esta reválida, por San Juan, nos trasladamos a vivir a Málaga y fue precisamente entonces, al comienzo del quinto curso en el Gaona, cuando sucedió lo que me ha empujado a escribir este aporte al blog: lo que para mí había sido hasta aquel momento nada más que un libro, interesante pero sólo un libro de texto, se convirtió en una persona de carne y hueso que además iba a ser mi profesora de Literatura. Aquello a mí, un niño de catorce años de la década de los 50, me causó una gran impresión.

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